LA CREACIÓN  DEL HOMBRE:

He aquí lo que enseña la biblia: “ENTONCES  JEHOVÁ  DIOS FORMÓ AL HOMBRE  DEL POLVO DE LA  TIERRA Y SOPLÓ EN SU NARIZ ALIENTO DE VIDA, Y FUE EL HOMBRE UN SER VIVIENTE”, ES DECIR, DIOS FORMÓ EL CUERPO HUMANO, Y ADEMAS, “DIOS CREÓ AL HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA, A IMAGEN DE  DIOS LO CREÓ (Génesis 1:27).

Dios tomó “DEL POLVO  DE LA TIERRA”  tomó arcilla y con sus manos de artífice único, modeló con el barro una figura, la figura de lo que vendría a ser el primer  hombre, con todas sus  facciones y órganos, luego nos dice la biblia, que Dios sopló en su nariz ALIENTO DE VIDA,  y fue el hombre un ser viviente, UN ALMA VIVIENTE.

Todos sabemos, que la vida, procede de la vida. El Dios viviente y creador, es el único que tiene vida propia en sí mismo.  Dios sopló de su aliento, de su aire, de  su Espíritu en el muñeco de barro, y vino a ser el hombre UN ALMA VIVIENTE, de modo que el hombre recibió la vida por medio del soplo, por medio del aire del Espíritu de Dios.

En el libro de Job, leemos: ciertamente  espíritu hay en el hombre, y el soplo del  omnipotente le hace que entienda  (Job 32:8), también dice: EL ESPIRITU DE DIOS ME HIZO, Y EL SOPLO DEL  OMNIPOTENTE ME DIO VIDA  (Job  33: 4).

Esta procedencia y dependencia de la vida humana del  soplo del  Espíritu de Dios  es evidenciada  e ilustrada  de manera excepcional  de que podemos vivir  más de un mes sin comer, podemos vivir varios días sin agua, pero sin embargo, no  podemos sobrevivir  unos pocos minutos sin respirar aire, DIOS HA PUESTO EL OXIGENO EN EL AIRE QUE RESPIRAMOS.

La palabra oxígeno, está compuesta de dos palabras griegas, que significan:  “GAS QUE ENGENDRA”, o que da vida, y lo cierto es, que cuando exhalamos  el aire de los pulmones,  y no volvemos a inhalar, nos morimos, quiero  decir que cada vez  que inhalamos, VIVIMOS, es como volver a nacer a cada instante. Dependemos de ese soplo divino; Así que sin especular mucho, podemos entender del relato bíblico, que  existe una total dependencia del ser supremo, independientemente de cualquier interferencia teórica. ¿Puedes probar que Dios no exista? ¿Arriesgarías tu eternidad a una carta?. Querido lector, es posible hacerlo mejor.

Dios te bendiga en gran manera

             Pastor Ricardo Rivas

 

LA SOLUCIÒN DEL PROBLEMA.

POR TANTO ASI DIJO JEHOVÁ: SI TE CONVIRTIERES, YO TE RESTAURARÉ, Y DELANTE  DE MÍ ESTARÁS; Y SI ENTRESACARES  LO PRECIOSO  DE LO VIL, SERAS COMO MI BOCA, CONVIÉRTANSE ELLOS A TI, Y TÚ NO TE CONVIERTAS A ELLOS (Jeremías 15: 19).

 

El pecado, es una afrenta, es un peso insoportable, es una carga muy pesada, es un obstáculo, es una maldición, pero  Dios nos invita y nos da la gloriosa oportunidad de arrepentirnos y  CONVERTIRNOS, tenemos que reconocer, nuestras faltas y nuestras iniquidades  en la presencia de nuestro Dios, y entonces, EL, hará la parte suya.

GLORIA DE SER MISIONERO - Rev. Luis M. Ortiz

Ninguna empresa en el mundo confronta tantos obstáculos como la Obra de Dios; pero también es cierto que ninguna otra empresa en el mundo obtiene más triunfos y victorias con resultados eternos que la Obra de Dios.

Ninguna tarea en la Obra de Dios es más obstaculizada, combatida, perseguida, menos reconocida y menos recompensada que la Obra Misionera en los campos extranjeros. Desde que una persona dice que tiene llamamiento para ir a un país extranjero, empieza a ser mal entendido, mal querido, obstaculizado, combatido y perseguido.

Cuando sale al campo misionero, ausentadose de su hogar, su ambiente, sus amistades, se encuentra solo, olvidado, enfrentándose a los más duros trabajos, sin estímulo oportuno, sin los medios adecuados, sin los fondos necesarios. Tiene que pasar semanas sin comer, sin los compañeros de siempre, fatigado por la indiferencia, acosado por la nostalgia, herido por la ingratitud. Cuando regresa a su país, donde cree encontrar un poco de aliento y comprensión, ya allí es como un extranjero, ha sido relegado, se mira con sospecha y desconfianza, se le trata con desconsideración y hasta se considera una amenaza…

Si nada hace, le falta acción.

Si algo hace, se extremó en la acción.

Si nada dice, le falta expresión.

Si algo dice, no tiene razón.

Si regresa joven, perdió la visión.

Si regresa maduro, no tiene ocasión.

Si regresa anciano, para el paredón.

Todas estas cosas que para el superficial, el aprovechado y el ambicioso son desventajas que desprecia y rehuye; para el verdadero misionero son precisamente sus glorias, sus riquezas, su caudal. Glorias, riqueza y caudal que no cambia por las posiciones ni las jerarquías de los que menosprecian y hostiga. 

El verdadero misionero no podrá ser otra cosa. Su vida y actividades giran en torno a ese llamamiento y a esa pasión. El verdadero misionero todo puede soportarlo, menos el que quieran desviarlo de su vocación divina. El verdadero misionero está dispuesto a las grades renunciaciones, menos a renunciar a su llamamiento. El verdadero misionero sabe que Dios le ha llamado, y su llamamiento y ministerio está por encima de hombres y cosas. El verdadero misionero vive su misión; y la misma es “impuesta necesidad”  la cual no puede regir ni abandonar. El verdadero misionero comprende que la tarea suprema de la iglesia es la evangelización del mundo, y hacia ese fin ha dedicado y rendido su vida.  El verdadero misionero no antepone ningún otro interés o relación al supremo interés de la salvación de las almas y a la indispensable relación con su maestro, a quien ama, sirve y obedece.

Por estas firmes convicciones y poderosas razones es que el verdadero misionero no puede ocultar ni callar, tiene que sufrir, pero esas son sus glorias, pues el discípulo  no es mayor que su señor. Como a su señor, también le juzgan y le visten con ropas de la crítica malsana.  Le escupen con las palabras del agravio. Le hacen cargar su cruz del descrédito. Le sepultan en la tumba del menosprecio y el olvido.

Pero así como su Maestro resucitó al tercer día, el verdadero misionero resucita todos los días, porque todos los días le juzgan, le crucifican, le sepultan, cumpliéndose así real y diariamente las palabras de aquel otro gran misionero, el apóstol Pablo, quien escribió: “Estando atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas no pereceremos. Llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. De manera que la muerte obra en nosotros, en vosotros la vida”.

Cuando Alejandro el Grande preguntó al sabio griego Diógenes: “¿Qué quieres de mí?”, éste respondió: “Yo nada, que no me quites el sol”. El apóstol Pablo, dijo: “Las cosas que para mí eran ganancia, las he reputado pérdidas, por amor de Cristo… y lo tengo todo por basura, para ganar a Cristo”.

Por eso, el verdadero misionero que sigue las huellas de su Maestro, tiene que expresar:

Poco importan las riquezas

Nada importan posiciones

Ni me inquietan ilusiones

De prestigio y de grandeza. 

Si hay halagos no me afectan

Ni me alteran las calumnias

En el crisol de la alcurnia

Arde todo lo que viertan. 

A todo he renunciado

Con todo os podéis quedar

Es mejor con Cristo estar

Aunque sea crucificado. 

Yo me quedo con las glorias

De la cruz del Nazareno

Lo demás me es ajeno

Y lo tengo por escoria.

¿Obispo, rey o galeno?

¿Tener gloria terrenal?

¡Yo prefiero la eternal!

Gloria de ser Misionero!

 

...

Versículo de Ánimo

No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.

Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.

Salmos 91:10-11

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